Un niño de 10 años escucha orgulloso junto a su padre los cánticos monótonos de unas ancianas ataviadas con pañuelos bordados y largas faldas de colores. Es la primera vez que Ilya asiste a una reunión de oración nocturna en Gorelovka, un minúsculo pueblo de Georgia, en el Cáucaso Sur, y está decidido a seguir los himnos centenarios que se han transmitido de generación en generación. No hay sacerdote ni iconografía. Sólo hay hombres y mujeres rezando juntos, como han hecho los doukhobors desde que esta secta cristiana pacifista surgió en Rusia en el siglo XVIII. Hace casi dos siglos, miles de …