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Con poco más de 30 años, Rachael Sanborn se encontraba en una mala relación y soñaba con una escapada al Camino de Santiago en España, una peregrinación que su padre había emprendido y que le había cambiado profundamente la vida. Sanborn, rebelde y aventurera por naturaleza (abandonó la universidad para meditar en la India durante un año), dejó su trabajo, renunció al seguro médico y reunió sus ahorros para recorrer el Camino durante dos meses. Al tercer día se prometió a sí misma que volvería todos los años. Nueve meses después, estaba de vuelta, guiando a su primer grupo de ocho peregrinos. …

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