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Abigail Arellano tiene todas las facturas médicas de su hijo Samuel en una carpeta azul en un armario arriba del microondas. Incluso ahora, cuatro meses después que el niño de 11 años fuera herido de bala en el desfile del Super Bowl de los Kansas City Chiefs, las facturas siguen llegando. Hay una de $1,040 por el traslado en ambulancia al hospital aquella tarde de febrero. Otra de $2,841,17 por una visita a la sala de emergencias tres días después del tiroteo porque la herida de bala parecía infectada. En marzo, más seguimientos y consejería agregaron otros $1,500. “Creo que me faltan algunas…

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